lunes, 28 de enero de 2008

"Soledad NO solitaria"

Ahora bien, ¿cuántos de ustedes fueron víctimas de la llamada “soledad no solitaria” en algún momento de sus vidas?

Con este término, trato de referirme a ese tipo de soledad en la cual uno NO necesariamente debe encontrarse solo en el mundo; hablo de ese profundo vacío que sentimos en nuestro interior de manera inevitable, a pesar de estar rodeado de familiares, amigos, compañeros y centenares de seres queridos que nos brindan su afecto y su compañía día tras día.

Esta sensación comienza a brotar en el momento en que la persona se percata de algo sumamente trivial y a la vez esencial en la vida: “Soy feliz, tengo todo lo que quiero… Entonces, ¿por qué me siento tan, tan vacío?”.

Hoy decidí comentar esto por la sencilla razón de que la “soledad no solitaria” ha visitado mis puertas más de una vez. No puntualmente en este momento de mi existencia, pero irremediablemente he tenido que lidiar con ella en un pasado no muy remoto. Así es. Creía tener absolutamente todo (de hecho, lo tenía): familia, amigos, novio, excelentes notas, un nivel de vida que no daba a lugar a quejas y, por consiguiente, no tenía problemas aparentes. Sin embargo, estaba triste. Muy triste.

Una, en aquellas circunstancias, se pregunta a sí misma: “A ver Melisita de mi corazón, ¿por qué te sentís así?”.

Ok, estoy segura de que si tuviera la respuesta exacta a esa pregunta posiblemente no estaría escribiendo esto, sino que estaría redactando un libro de autoayuda.

Lo único que sé es que la “soledad no solitaria” tiene sus bases en las personas con cierto grado de dramatismo, fatalismo y, sobre todo, con cierta tendencia a la depresión. En conclusión, es una sensación no demasiada placentera por la cual uno se ve obligado a sentirse solo, a pesar de la cantidad de afectos que pueda llegar a tener.

Uh, cierto. Me olvidaba de algo sumamente importante: Si agrandas tu combo por tan sólo $2, “la soledad no solitaria” tiene el efecto de hacer creer en los demás que una es una completa desagradecida con la vida.

domingo, 27 de enero de 2008

Cultura para respirar


Ayer, sábado 26 de enero, tuvo lugar otro concierto más organizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el anfiteatro del Parque Lezama. Esta vez los protagonistas fueron: Mataplantas, Gabo y el mismísimo Francisco Bochatón.

Con respecto a los chicos de Mataplantas, quienes lucieron un vestuario más que original, nos brindaron un show muy bueno, cargado de esa energía tan característica de esta banda. A pesar de ser la segunda vez que los escucho en vivo, estoy completamente capacitada para afirmar que, a través de cada una de sus canciones, Mataplantas lograr contagiar al público de unas terribles ganas de saltar y enloquecer. La canción más destacable, a mi entender, fue "Hickie from Kenickie", perteneciente a su último trabajo "Hickie" (2006). Sumamente pegajosa.

Ahora bien, ¿qué decir de Gabo Ferro? Sin lugar a dudas, MI gran sorpresa de la noche. Jamás lo había escuchado y, a partir de este momento, dudo que pueda dejar de hacerlo. Preciosímas canciones, repletas de poesía. Las guitarras, el violín, el contrabajo, el piano, la percusión, hacen de cada tema una "exquisité" para nuestros oídos.

El cierre del recital estuvo en manos de Francisco Bochatón; o, en otras palabras, el motivo principal por el cual no podía dejar de asistir a esta fecha. Nos dio un excelente show. Canciones como "Nazareno", "El gorila", "Pinamar", "Ausente", "Estacas", "El beso de tus ojos", "Mundo acción" y "22:33" fueron las favoritas de la noche. Nos hizo cantar hasta el hartazgo e incluso saltar (y/o, en mi caso, recibir algún que otro golpe). Una vez más: ¡grande Bocha!.

jueves, 24 de enero de 2008

Realidad y ficción en la novela: la ficcionalidad

La ficción es el mundo de las posibilidades, de lo que pudo ser y nunca fue; donde todo es posible todavía porque podrá suceder, pues aún no ha ocurrido ni se sabe que jamás no ocurrirá. La irrealidad de la ficción no es lo fantástico ni lo inverosímil sino lo siempre posible en la realidad.
El estatuto de ficcionalidad de una novela (y por ende, en los relatos), es una de las cuestiones más debatidas por la crítica y por las modernas teorías de la Literatura.
Si el vocablo "ficción" se entiende como contrucción de mundos, todo el discurrir del ser humano sobre la realidad está impregnado de ella. Pero entendiendo "ficción" como falsedad o mentira se debe distinguir la ficción literaria. La mentira sobrepasa la verdad y la obra literaria sobrepasa al mundo real que incorpora, ya que como advertía Philip Sidney¹: "El poeta nada afirma y, por tanto, nunca miente". Esta forma de sobrepasar la realidad es algo muy distinto a la mentira. La fórmula básica de la mentira y de la ficcionalidad es provocar la simultaneidad de lo que mutuamente es excluyente, soy fiel e infiel, vencí y perdí, estoy en Región y en Barcelona. La condición que separa a las ficciones literarias de la mentira es que descubren su ficcionalidad, algo que la mentira no puede permitirse sin riesgo de interrogatorio y condena.
Hegel² afirmaba sin afirmar que "La persona es eso que no es lo que es y que es lo que no es". Esta deficiencia resulta ser el resorte de la ficcionalización, y la ficcionalidad, a su vez, cualifica lo que aquélla ha puesto en marcha: el proceso creativo, el cómo y el por qué. La ficción permite a uno imaginarse. Un hombre recuerda que siendo niño no quiso jugar en equipo y hoy es empresario; inventa que si ella no ha llamado es porque continúa reunida o decide que no la quiere; imagina que mañana llamará a su hermano y cree que viajará el próximo verano. El mismo hombre recuerda que a los veinte dijo que se iría de casa y se fue a navegar, inventa durante un rato que su número es el premiado y no descuelga el teléfono impertinente, imagina que esa noche matará al infiltrado y dormirá. En este sentido, la ficción completa y compensa las carencias o frustraciones de la existencia humana. Pero la ficción revela, sobre todo, la radical imposibilidad de acceder a nosotros mismos de un modo directo. Sólo la ficción busca y encuentra nuestras posibilidades a través de un juego de ocultación y revelación: la ficción se vale del engaño y la simulación para poner al descubierto verdades ocultas donde termina mi propio yo.
Cruzar la frontera en la que finalizo exige exceder mis propias limitaciones de conocimiento: la ficcionalización empieza donde el conocimiento termina. La dificultad, o será imposibilidad, de conocer excita curiosidad y quien curiosea inventa. En las narraciones coexisten lo real y lo posible, en las vidas coexisten verdades y ficciones, gratuitas o no. Habrá quien satisfaga la deficiencia de no ser lo que es y ser lo que no es siendo espectador de las obras y de las vidas de otros. A quien no le basta la ficción ajena inventa otro lugar más soportable para vivir y filma, fotografía, actúa o escribe. Asumir esa anomalía y dedicarse al placentero arte de inventar y contar historias permite vivir buena parte del tiempo instalado en la ficción, seguramente el único lugar soportable.
La literatura es la conexión entre los conceptos de realidad y ficción pues sugiere la narración o comunicación de hechos ficticios basados en hechos reales (también sentimientos, experiencias, descripciones o simplemente ideas sueltas aparentemente sin un contenido objetivo o racional). La literatura presenta un carácter ficticio en el sentido de que necesita de un ente comunicador que relacione lo sucedido o el hecho en si mismo con el lector u oyente (aunque esté en primera persona y coloque en el relato datos biográficos). Lo que el autor comunica o expresa tiene relación con lo que quiere destacar del mundo real. Así, puede burlarse de la realidad o halagarla, o engañar al lector, etc. No necesariamente quiere dejar un mensaje en el lector directamente (o una moraleja) pues a veces un texto se presta a varias interpretaciones (según costumbres distintas o épocas distintas o características personales distintas).


Conchi Sarmiento Vazquez


Philip Sidney¹: (1554-1586) Modelo de hombre renacentista y famoso en su día en Inglaterra como poeta cortesano y soldado. Importó el soneto a la literatura inglesa.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel²: (1770-1831) Filósofo alemán.

miércoles, 23 de enero de 2008

Y ahora ésta sale con un Blog...

Antes que nada, aclaro que anteriormente tuve dos Blogs. Los compartía con otras personas y no duraron demasiado tiempo, pero lo que importa es que no es mi primera vez en esto.

Ahora, me autocontesto la siguiente pregunta: ¿Por qué un Blog?
La respuesta es muy sencilla: ¿Y por qué no?
Los Blogs son espacios mucho más íntimos y privados (y por consiguiente, menos éxitosos y famosos) que los llamados Fotologs. A pesar de tener uno de estos últimos, tuve la necesidad de crearme un Blog por diversos motivos, tales como:
- Me da cierto pudor que la gran mayoría de las personas puedan leer mis baratos textos, poesías, conclusiones, etc. Soy una futura estudiante de Letras y, por lo tanto, un intento de escritora.
- Al mismo tiempo, en un espacio como éste, puedo escribir cualquier cosa que se me venga en mente sin que los demás me juzgen. O tal vez, sólo unos pocos.
- En un Blog, no tengo necesidad de postear fotos para subirme el ego ya perdido (irremediablemente en los Fotologs, SÍ).
- Los Blogs me dan la sensación de que son diarios íntimos y eso me agrada.
- Me gustan más los Blogs. Son definitivamente más estéticos.

Ok, veremos qué tal funciona esto; aunque lo más seguro es que mi personalidad ciclotímica termine abandonando la idea de un Blog en breve.

NOTA: Mi primera entrada era más que nada para autoconvencerme del porqué de la creación de este nuevo espacio.